Preguntas

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  ¿  Cuánto realmente importa el turismo al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa, si pese a los buenos resultados obtenidos durante los primeros cuatro años de su administración, ahora, a dos de terminarla, inexplicablemente, languidece sumida en el abandono, dijérase, deliberadamente?

¿Habrá sido cierto aquello de que, en uno de sus primeros actos de gobierno, el doctor Mancera dio al turismo el carácter de prioridad entre sus políticas gobierno?

Si eso fue así, ¿por qué después de casi tres meses del cambio de Secretario, en esa dependencia no se mueve ni un dedo para continuar o reactivar las promociones y programas que incrementaron todos los indicadores turísticos, hasta el punto de merecer reconocimientos nacionales e internacionales?

¿Dónde quedó la meta para este 2017 de beneficiar con paseos prácticamente gratis a más de 350 mil capitalinos pobres, prácticamente 30 veces más que en el sexenio anterior?

¿Dónde, la expectativa de estos ciudadanos que por su limitada condición socioeconómica, hasta antes de esta administración no hacían más turismo que ir al parque más cercano a su domicilio?

Desde 2012 y hasta Febrero de 2016, esos capitalinos tan castigados por la pobreza y el desempleo pudieron, sin embargo, visitar sitios arqueológicos, históricos, parques ecológicos; centros de diversión, incluso de los caros, como Six Flags,  o museos como el Soumaya; el Acuario Inbursa o realizar el clásico paseo en trajineras de Xochimilco, dentro de la Ciudad de México.

Y aún conocieron bosques, lagos, ríos y montañas en estados del centro de la República, como el Estado de México, Hidalgo o Querétaro y Puebla, así como las playas de Acapulco y Veracruz.

¿Qué pasó con el incremento en la generación de empleos en hoteles, restaurantes, agencias de viajes y aerolíneas?

¿Qué, con el aumento de divisas, cada año siempre por encima de lo registrado en el inmediato anterior?

¿Qué con la progresiva llegada de turistas tanto del interior de la República como de otras naciones o con la construcción de nuevos espacios de hospedaje?

¿Qué va a pasar ahora con las expectativas de aquellos cientos, quizás miles, de jóvenes estudiantes de las diferentes escuelas y especialidades del turismo, a quienes se emocionó con la posibilidad, muy cercana y muy real, de realizar una carrera profesional muy satisfactoria y completa con el despliegue de sus vocaciones, capacidades y habilidades en la industria turística?

“…Al cierre del 2016 se alcanzará una cifra cercana a los 14 millones de turistas hospedados en hoteles, manteniendo a la urbe capitalina como el destino más visitado de América Latina. Estos turistas, habrán dejado una derrama económica del orden de los 77 mil millones de pesos, que representaría 6% más que lo registrado en 2015…”, decía en su último informe rendido ante la Asamblea Legislativa el anterior Secretario de Turismo de la CDMX, Miguel Torruco Marqués.

El ex funcionario refirió entonces que la inversión privada en el turismo de la capital del país acumulaba de 2013 a 2016, cuatro mil 400 millones de dólares y que para entonces se construían casi mil nuevos cuartos de hotel al año; se habían generado 128 mil empleos en el sector y la promoción de la Ciudad de México en el extranjero se reflejaba en la apertura de 19 vuelos directos hacia ésta con una disponibilidad de 14 mil 300 asientos por semana.

¿Acaso nada de eso conmueve la sensibilidad del político que llegó a la más alta posición de gobierno de la capital del país sin filiación ni compromiso partidista alguno y más bien como un activo esperanzador de la ciudadanía?

Por cierto, ¿cómo espera Miguel Ángel Mancera convencer a esa ciudadanía para que de nuevo vote por él, esta vez, para la Presidencia de la República, si ahora, de hecho, ha cancelado una de las poquísimas políticas acertadas de su gobierno, que lo era precisamente porque procuraba el bienestar social de la población, la inversión, la generación de empleos y el fortalecimiento del mercado interno, dada la generosa derrama económica que se registraba anualmente?

¿Cómo, si a sus desaciertos en el combate a la inseguridad; en la movilidad vehicular convertida en un caos; en la imposición de arbitrarias multas, ahora suma este abandono, este inexplicable desistimiento?

Más preocupado en promover su imagen pública y sus aspiraciones políticas a través de la presidencia en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), el doctor Mancera apuesta por el silencio y la desmemoria y nada dice de la cancelación de expectativas turísticas que no son sino el derecho al descanso, a la recreación y al disfrute del tiempo libre.

Que haya prescindido de uno de los mejores hombres de su gabinete es, hasta cierto punto,  entendible; pero que lo haya substituido con la apatía, la inacción, la ausencia de brújula y de ideas es sencillamente incomprensible y, desde luego, injustificable.

¿Quién lo habrá mal aconsejado y por qué prestó oídos a palabras necias?

 

Acerca de Rubén Vázquez Pérez

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