Una clásica del priísmo, una carambola de tres o más bandas; una jugada conocida del viejo PRI

Carambola

  • Rubén Vázquez Pérez

8T7OUA unos días de las elecciones intermedias –las que habrián de definir mayoría y control político en el Congreso para los siguientes tres años-, el gobierno federal decidió dar tremenda concesión al magisterio en una de las más sentidas demandas de la disidencia radical: suspendió la evaluación a maestros y no fijó plazo para reiniciarla. Tampoco explicó su proceder.

Ese sorpresivo golpe, por sí mismo, dejó sin sustento, como primer resultado, toda protesta, por radical que fue, contra la reforma educativa y, se supone, debe anular toda manifestación y movilización, en favor de la tan necesaria tranquilidad y estabilidad política que requiería la realización de la jornada electoral del domingo 7.
Pero al mismo tiempo, la arbitraria e inconstitucional decisión del gobierno de Enrique Peña Nieto, devuelve el control político a la dirigencia del sindicato más grande de América Latina, el SNTE, ahora bajo la tutela del profesor Juan Díaz de la Torre, personaje obediente y sumiso al gobierno federal y, claro, leal a su mentora, Elba Esther Gordillo Morales.

La jugada es un trato: el gobierno de Peña Nieto acude a los buenos oficios de la dirigencia del SNTE para apaciguar el ánimo beligerante, radical e irreductible de la Coordinadora; para ello, la dota además de la tan reclamada suspensión del proceso evaluatorio del magisterio, justo lo que inició la escalada de protestas, manifestaciones y violencia.

La dirigencia del SNTE acepta –Elba Esther tras las rejas, tras bambalinas-, pero no de a gratis; a cambio los maestros tendrán no sólo la suspensión indefinida de la evaluación a la que el gobierno quiso someterlos: también la revisión de la reforma educativa –léase: la modificación profunda de ésta con los puntos de vista del SNTE como ejes rectores-, un tema que seguro habrá de figurar entre los primeros a desahogar en la ya cercana siguiente legislatura.

No sería la primera vez que la heredera del liderazgo moral del magisterio desactiva una crisis iniciada por la Coordinadora: año con año negociaciones fatigosas en las Secretarías de Hacienda y en la de Gobernación concluyeron en aumentos salariales, mejores prestaciones; la regularización de pagos atrasados y, sobre todo, el levantamiento de plantones, el fin de movilizaciones y el reinicio de clases suspendidas.

Es claro que, en el fondo, lo que al SNTE interesa es recuperar el control de la educación; así, no sólo mantiene la hegemonía sobre el magisterio, sino que también conserva uno de sus principales activos: el poder de gestoría y negociación ante una de las principales preocupaciones para la gobernabilidad del país, la CNTE.

Pero, desde luego, todo depende de que haga bien su chamba y, en efecto, cesen las protestas de la CNTE contra la reforma educativa y, de manera urgente, contra la realización de los comicios del próximo domingo.

Lo que queda claro es que el gobierno federal no tiene ni en la Secretaría de Gobernación ni en la de Educación Pública operadores políticos eficaces como para desactivar un conflicto de la magnitud del que ha planteado la CNTE.

Y ha sido tal su carencia en este sentido, que el Presidente Peña Nieto ha decidido desandar el camino de una de sus principales estrategias, la de la reforma educativa; lo ha hecho por la vía de la simulación y las concesiones, de manera que la tan prometida modernidad de la educación en México, no alcance más que para un bonito vestido de discurso demagógico, muy propio para rituales presidencialistas.

También es claro que, así las cosas, la prioridad del Primer mandatario, no es en realidad la de concretar un futuro para México como nación protagonista del nuevo orden mundial; no lo es porque para eso precisamente fue que se hizo la reforma educativa, durante tantos meses y luego de tantos desvelos legislativos.

El Presidente Peña demostró que para él cuenta más su proyecto personal que el proyecto de Nación, porque sólo de esa manera se explica que haya saboteado una de sus prioridades, una de las reformas estructurales más importantes que él, personalmente, impulsó, la reforma educativa.

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