La economía de México, como Rosita Alvirez

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“Éramos muchos, y parió la abuela”

Refrán popular

  E  n 2018 son tres retos los que la economía mexicana enfrentará: el proceso electoral para la Presidencia del país, la inestabilidad por los resultados del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y la reforma fiscal en Estados Unidos. La incertidumbre es el mal que nos aqueja: ha permeado todos los sectores y, mientras tanto, el costo de todos los bienes y servicios se  incrementa.

El primer reto es el final de la renegociación del TLCAN, a cargo de Ildefonso Guajardo, que en algunos aspectos va viento en popa, pero en otros no se ve por dónde. El segundo acertijo a resolver vino en los últimos días del 2017, cuando el congreso estadounidense dio el banderazo a la reforma fiscal que promueve la reducción de impuestos de ese país a las empresas en aras de incentivar que se establezcan en las tierras yanquis, respondiendo a la necesidad de generar empleos para los ciudadanos de aquel país. El gobierno de Trump financiará el déficit que genera esta reducción fiscal, que se estima ascenderá a dos mil millones de dólares que se prorratearán durante los próximos 10 años.

Por último,pero no menos importante, la tercera empresa a sortear —para no dejarnos en la lona— es nuestro proceso electoral, que auditiva y visualmente nos tiene en jaque porque entre el “nananana” del pequeño huichol, la bamba presidencial, los discursos del que no es militante y las anécdotas de “Ya sabes quién”, la mayoría de los mexicanos está harta y quisiera que esta ola de proselitismo acabara ya.

El panorama es caótico porque mientras estos tres eventos están generando incertidumbre, el secretario de Hacienda asegura que México seguirá siendo competitivo gracias a su estabilidad macroeconómica, la presencia de múltiples tratados comerciales y las reformas estructurales. La Presidencia —a través de su vocero, Eduardo Sánchez— no se cansa de decir que la economía nacional acumuló 32 trimestres de crecimiento ininterrumpido y en lo que va de la administración de Enrique Peña Nieto se ha acumulado un crecimiento de 13.1 por ciento, el doble de la anterior administración.

Lo anterior resulta extraño porque en México, según datos del INEGI, hay un aumento de 9.6% en los precios de la canasta básica con respecto al 2016 y 7.4% de inflación en los hogares de menos recursos, mientras que en aquellos de mayores ingresos la inflación fue de 6.7%, cifra que no llegaba a ese índice desde 2008. Lo anterior sucedió por el aumento abrupto en la gasolina y, en consecuencia, los productos y servicios que tuvieron un alza significativa fueron el transporte colectivo, el gas L.P., la vivienda, las fondas y los restaurantes, los automóviles, la carne de res y la tortilla de maíz.

La Secretaría del Trabajo menciona que por primera vez en tres décadas se crearon más de 3 millones de empleos formales,que suman el equivalente al doble de los creados en los 12 años anteriores. Pero lo que no se menciona es que en la mayoría de estos empleos, el pago mensual oscila entre los $2,740 y los $5,500, y de estos salarios el 27% promedio es empleado en la transportación del domicilio a laborar; en consecuencia, el margen de ingreso de consumo, basándonos en dicha estadística, quedaría entre los $2,000.20 a $4,015 mensuales. Por todo lo anterior, la pregunta a la Secretaría del Trabajo es: ¿con este nivel de inflación a la canasta básica que no se tenía desde hace 10 años, hay un verdadero crecimiento laboral que logre que los que usufructúen esas plazas se desarrollen económicamente,o ese crecimiento se reduce sólo a un crecimiento ocupacional?

El cómico José Antonio González tuvo a bien afirmar que a México le ha ido bien pese a la caída de 2.5 millones de barriles de producción a 1.9 millones y una baja en el precio del petróleo de 100 a 46 dólares por barril. A pesar de esto, el gobierno federal sigue aseverando que en este año se mantendrá la continuidad en la política económica con estabilidad macroeconómica, así como la implementación de las reformas estructurales y la transparencia presupuestaria.

La realidad es que esto es un escándalo: el grueso de la sociedad está desgarrándose las vestiduras por la elección, el gobierno solicitando limosnas en la renegociación del TLCAN y, mientras tanto, las empresas transnacionales  están haciendo consideraciones serias de migrar sus empresas al vecino del Norte, gracias a las condonaciones fiscales que Estados Unidos está proponiendo. Por lo anterior, no nos llamemos sorprendidos cuando este lío explote, con la crisis laboral a tope, sin inversión extranjera y con unos payasos limosneando votos en esta democracia tan sui generis. El panorama no es nada halagüeño y parece que nuestra realidad es la de Rosita Alvirez: sólo tres balazos nos dieron… 

Acerca de Luis Enrique González Castro

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