Norma

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La Tía Ana, 2014, Manuel Solano, Galería Karen Huber Preview de ZsONA MACO

Como todos los días, el despertador suena a las 6. Hace calor en la ciudad. Toma su laptop para la rápida revisión de redes sociales, correo, pendientes. Antonio le ha enviado un mensaje: <<Normini, me adelanto a todos –como siempre– y te felicito por tu cumple un día antes, chécate este video, es una canción muy buena, del año en que nacimos, la letra me hace llorar y no logro entender porque, te agrego las lyrics y el mp3. Disfrútala, te veo en la redacción, abrazo mil>>. Enlaza la bocina blutooth y le da play al archivo de música; la canción se convierte en el soundtrack de sus actos, se viste, desayuna ligero. Decide cargar la canción al celular, no se cansa de oírla y empieza a poner real atención a lo que dice:

Bienvenida a tu vida, no hay vuelta atrás, aun cuando dormimos, te encontramos actuando con el mejor de tus comportamientos, dándole la espalda a la madre naturaleza, todos quieren gobernar al mundo…

Pausa. Sesión de yoga, seguida de meditación profunda. Toma un baño con agua tibia; hace calor en la ciudad. Enfrente del closet piensa en lo lindo que sería usar un vestido corto, floreado, amplio en las piernas pero un miedo la detiene: sabe que la van a joder, sabe que algún calientito va a decirle algo incómodo. Decide usarlo y protegerse con sus audífonos, ya ama la canción: Todo por la libertad y por el placer, nada dura para siempre, todos quieren gobernar el mundo. Bien Antonio, excelente regalo, piensa, ya en la redacción veremos juntos el video, casi 31 años de vida, ella y el video, se dice, mientras cierra la puerta del depa, sonríe. Saluda a la pareja de vecinos que van subiendo por las escaleras y les canta un poco, ellos conocen la canción y por un momento se forma un coro.

Ya en la calle, se siente calor como de playa en el cenit, pero en realidad solo son las 9 horas y pocos minutos del día, con asfalto y sin arena. Decide comprar un café, un largo con doble espresso, a fin de nivelar la temperatura corporal. El barista la conoce, hola Norma, buen día, ella responde cantando y, tanto el barista como los que están formados conocen la canción, todos quieren gobernar al mundo. Sale del café y sus pasos imitan el ritmo de la canción, con su mano derecha sostiene el vaso con la aromática bebida, con la otra, su celular. A pesar de que no escucha los sonidos del exterior, siente una presencia que se abalanza sobre ella, que la sostiene por un segundo de la cadera, que le sube el vestido y que le baja los calzones. Ella, como recurso de última autodefensa tira su cuerpo un poco hacia adelante y un poco hacia abajo, pero el agresor no se ha quedado, ha corrido en dirección contraria al flujo de los automóviles; Norma alcanza a verlo y a escuchar sus carcajadas. Se queda sentada sobre el piso. Su vestido la cubre.

Aun sostiene el vaso con el café y su teléfono celular. Por un instante todo se torna inmóvil, no sabe qué hacer, cómo reaccionar. Tan contentos de que casi lo logramos, tan tristes de que tengan que desaparecer, todos quieren gobernar al mundo. Finalmente aparece el portero del edificio enfrente del cual todo sucedió. Norma, como puede sube y acomoda sus prendas, no quiere que el portero la toque, no quiere que nadie la toque. Ya de pie dice gracias, y empieza a sentir un profundo malestar, un enojo producido con todas sus células. Estalla su sangré. El portero le pregunta si puede llamar ya, a la policía.

En el camino hacia levantar la demanda para iniciar una investigación que dé con el agresor, Norma ha comunicado a sus seguidores y amigos en redes sociales sobre la agresión sufrida y se encuentra con que, algo más de la cuarta parte de los mismos, tratan de justificarla o minimizarla. Fue una broma, alguien le dijo, ¿cómo ibas vestida?, cuestionó alguien más. Minutos después, llegó Antonio, su amigo y por fin pudo aceptar que un hombre la abrazara, ambos se rompieron, ambos se quebraron y, sin decir nada, se pusieron a llorar.

Terminado el trámite de la demanda, abordaron un taxi hacia la colonia Condesa, sitio en el cual se ubica la redacción en donde ambos colaboran, sitio en el cual ambos viven, sitio del  ataque. Decidieron comprar café y tomarlo sentados en una banca del parque México. Norma dijo: <<ya sé como quiero celebrar mi cumple mañana>>, y en los siguientes instantes de sus vidas, le bosquejó su plan. Con todo, dijo Antonio, mientras le mostraba un video musical que se proyectaba en su teléfono celular: un niño vestido de vaquero, un auto, un camino, un avión, dos personas vestidas de traje negro bailando, enviando un mensaje: sé feliz, ahora.

Hay una habitación donde la luz no te encontrará, agarrándonos las manos mientras las paredes se vienen abajo, cuando lo hagan, estaré justo detrás de ti… todos quieren gobernar el mundo.
Vamos, hay mucho por hacer, dijo Norma.
 
Ciudad de México, abril de 2016.

Acerca de Daniel Antonio

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