¡Viva Cronopio!

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Vigécimo cuarto Aniversario de Cronopio, periodismo cultural

  E  n 1994  en el ambiente  flotaba el fervor primermundista, entraba en función el Tratado de Libre Comercio con Norteamérica. En las montañas del sur de Chiapas  un ejército insurgente se levantaba en armas. Fue una año de campañas políticas que derramó sangre. Las   crisis económicas  que desde 1982 hicieron su aparición reforzaron su presencia.

Ya nada sería igual, a partir de ese año, entrabamos en otra Era y se reforzaba la política y visión neoliberal  del gobierno saliente y se preparaban al entrante.  Los políticos en el poder, sus eternos acompañantes los empresarios, amigos, cuates y los intelectuales orgánicos del sistema, que por cierto son los mismos de la actualidad festejaban el futuro.

En medio de esa crisis que se volvió recurrente, la desaparición de fuentes de empleo  y la necesidad  empleos, nos llevó a fundar Cronopio, periodismo cultural.

El número Cero hizo su aparición el primero de abril, mientras que el Numero Uno salió de la rotativa el 15 der mayo de 1994.

Un tabloide de 32 páginas, con portada y contraportada en color azul, interiores  blanco y negro. Sergio Gonázalez, nos apoyó para imprimir los primeros números.

Luego de dos décadas y casi un lustro después, seguimos haciendo el esfuerzo de mantener la publicación, ahora con los adelantos de la convergencia  digital entre  la prensa escrita  y los multimedios o transmedios  a nuestro alcance.

El ciclo de la historia se repite de manera similar, hoy las necesidades económicas siguen entre nosotros, a nivel individual, colectivo y de país. Más de cuatro gobiernos de derecha, han llegado al poder sin que cambie un ápice  las posibilidades de un despegue económico, político y bienestar de social para la mayoría de mexicanos.

Y la cultura, bien, se sigue defendiendo de los embates de los malos gobiernos.

Los artistas, creadores e intelectuales  siguen trabajando, por lo tanto nosotros seguimos reporteando su trabajo. Ellos generan la materia prima de nuestro quehacer.

La rueda de la fortuna tocó a muy pocos y sigue golpeando a la mayoría de la población. El grupo en el poder sigue repartiéndose la riqueza de este país- Los medios tradicionales siguen pegados a la ubre del erario público.

El ciclo se repite, sin embargo en estos años han surgido no solamente las novedades tecnológicas  como las redes sociales, sino nuevos actores en la escena nacional que viene a complicar o enriquecer, según se le vea el entramado político del país.

Sobre todo el bono poblacional, viene cargado de fuerza e innovación. Otras generaciones de jóvenes con visión clase mundial.

Aún así,  sigue siendo necesario, preguntarse, explicarse el entorno social, político, económico y cultural de nuestro país.  La innovación tecnológica viene acompañada de una mayor participación social. El hartazgo está llegando a sus límites; en el ambiente se percibe la crispación. Es necesario analizar, hacernos de  más herramientas para responder a un lector más agudo, inconforme que busca certidumbre a sus cavilaciones. El periodismo cultural, es capaz de responder y al mismo tiempo de aportar su visión en esta constante lectura de nuestra realidad.

El debate de hoy es cómo hacer el cambio, en el ambiente  se huele, se siente la necesidad de  un cambio. Un cambio de raíz que  irrumpa y trastoque  las formas y los modos tradicionales  de pensar y vivir este país.

En el campo de la cultura, siempre está el artista, el hacedor de formas y expresiones  estéticas, el crítico más agudo de la sociedad, el que le devuelve a la misma su verdadero rostro a través de su expresión artística.

El artista es el primero en percibir, asimilar y resolver la crisis. Porque su metabolismo está preparado para sublimar  el conflicto.

La respuesta, es:  si los artistas crean, debaten y señalan, nosotros -desde el campo del periodismo cultura-l seguimos con ellos y con nuestros lectores.

 

 

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