Carlos Carrera una trayectoria influida por la animación

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  E  l cineasta mexicano Carlos Carrera, ganador en 1994 de la Palma de Oro en el Festival de Cannes por su cortometraje El héroe, presentó su largometraje Ana y Bruno en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy.

Esta producción de Altavista Films, Lo Coloco Films, Itaca Films, Anima Estudios, Foprocine y Eficine 189 -basada en la novela Ana, de Daniel Emil,- cuenta la historia de una niña que se hace amiga de los seres imaginarios de los pacientes de un hospital psiquiátrico; con su ayuda trata de reunir a su familia que se separó. Cuenta con las voces de Galia Mayer y Daniel Carrera como Ana y Bruno, respectivamente. Se suman Marina de Tavira, Damián Alcázar, Álvaro Guerrero, Regina Orozco, Héctor Bonilla, Mauricio Isaac y Silverio Palacios.

Een entrevista ∫con el egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y director de películas como La mujer de Benjamín (1991) y El crimen del padre Amaro (2002), sobre su interés en la animación, los retos a los que se ha enfrentado para trabajar con este género y los proyectos en los que trabaja actualmente.

¿Cómo fue tu inicio en la animación?

Yo entré a estudiar cine porque desde niño quise hacer animación. Mis primeros ejercicios cinematográficos fueron de animación “chafitas”, con muñecos de plastilina y dibujos. Aprendí del negocio cinematográfico haciendo animación. No había mucha información en esa época y de alguna manera fue un proceso autodidacta, con libros y echando a perder. La animación fue mi primera vocación cinematográfica.

La animación la siento con un ambiente más controlado, no me sentía capaz de manejar todo lo que implica el cine de ficción. Mi primera animación fue Malayerba nunca muerde, que empecé a hacer cuando estudiaba comunicación en la Ibero, y seguí el trabajo durante mis primeros años en el CCC.

Los cortos de animación que había hecho, mi experiencia en la escuela, además de la suerte de que se abriera el concurso de óperas primas en el CCC, me permitió entrar de lleno a hacer cine de ficción; aunque también aplicaba lo que hacía en la animación para aprovechar bien los recursos. Los castings de mis películas los hice a partir de la imagen: primero dibujaba al personaje y luego veía qué ser humano empataba con lo que había ideado en mi cabeza. Al final me siento cómodo en ambos medios.

El héroe había sido planeada primero para hacerse en ficción, como un ejercicio que escribí en el CCC de plano secuencia, pero era imposible hacerlo en ficción. Guardé el guion y decidí después desarrollarlo en animación. Cuando el Imcine empezó a producir cortos de ficción, presenté el proyecto y me dieron el apoyo. Fueron muy importantes los premios (incluido el de Cannes) porque a partir de ahí se sumaron más animadores para hacer cortometraje de animación.

¿Qué piensas sobre el contexto actual de la animación mexicana?

Hoy el stop motion de Guadalajara es uno de los orgullos de la animación mexicana.

Cuando yo empecé a hacer cine había pocas experiencias. Había estudios que maquilaban animación para televisión pero no había más allá de eso. Las primeras películas de animación eran muy complicadas de hacer porque no había una industria. Los estudios abrían y producían, pero  por los costos cerraban y nunca hubo continuidad. Fue hasta que Anima Estudios empezó a hacer películas con la asistencia de computadoras. Lo digital facilitó un poco la animación.

En México hay dos vertientes de la animación: por un lado está la producción de cortometrajes más artístico y propositivo, con historias originales, extrañas y nutridas de la cultura mexicana; y por otro lado está un cine muy industrial, apegado a fórmulas comerciales, procurando que sea accesible. Ese cine ha ido construyendo una industria, ha tenido éxito de público y se ha vendido en todo el mundo, pero falta que suceda lo que sí han logrado los cortometrajes en México.

¿Cómo surgió este proyecto y qué significó dar el salto de animación 2D al 3D con Ana y Bruno?

Pablo Baksht, productor de El héroe, me propuso la idea de empezar a producir un largometraje, dar un paso adelante. Queríamos un producto con mayores valores de producción. Yo tenía un proyecto y él empezó a desarrollar otra historia que al final se volvió Ana y Bruno. Me gustó mucho la historia y empezamos a trabajar un storyboard. Con el guion ayudó Flavio González Mello y tuvimos apoyo de jóvenes conocedores de la técnica de animación en computadora para levantar un proyecto de estas características en México. También conseguimos el financiamiento inicial con el Eficine y Fidecine.

En principio no teníamos claro el acabado de la animación, hicimos experimentos con técnicas de 3D para que pareciera 2D y otros más radicales con uso de acuarela pero era caro y complicado.

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¿Cuáles fueron los obstáculos para concretar este proyecto?
Por lo que nos planteábamos, la película resultó ser más cara que lo que se producía normalmente en México; ahí radicó la complicación. No es una historia reconocible como animación comercial para niños, no tiene chistes ni albures disfrazados.

Cuando grabamos las voces (primero se graban las voces y luego sobre eso se anima), insistimos mucho en que para la película animada en español teníamos que grabar primero las voces definitivas y mucha gente en la industria decía que era un error, que lo que normalmente se hacía era grabar en inglés los diálogos con voces provisionales para poder maquilarla en el extranjero y después doblarla al español, pero al ver los resultados de esas películas pues no me latía mucho.

Todo eso iba sumando problemas: la historia rara, los nombres raros, una película en español para el mercado internacional. Todo eso dificultó el financiamiento, a pesar de que en 2010 teníamos la primera secuencia de la película, año en el que empezó la producción. La película estaba proyectada para terminarse en 2013, pero como expliqué no teníamos completo el financiamiento.

No es que hayan sido siete años de trabajo continuo. No es tan grave el problema si sabemos que una película de animación tarda en producirse en promedio tres años. Finalmente Mónica Lozano y Alex García respaldaron el proyecto, además de Anima Estudios, que fueron intermediarios con un estudio de la India.

 
•¿Cuándo se estrena Ana y Bruno en México?

Ya estoy cerrando el contrato de distribución y supuestamente sale entre octubre y noviembre de este año.

•¿En qué estás trabajando actualmente?

En un proyecto nuevo de animación que se llama Los ocho y la vaca o los ladrones de almas, pero ya está la película de Juan Antonio de la Riva, Ladronas de almas (2015), y estoy reconsiderando el título.

Lo que hago ahora es todo lo que no cuesta dinero: dibujando el storyboard. Ya está dibujada casi toda la película. Después de lo que suceda con Ana y Bruno, ya veré si se levanta esta producción que sería una combinación de técnicas, visualmente sí sería otro rollo.

Filmografía de animación  de Carlos Carrera

El hijo pródigo (1984)
Malayerba nunca muerde (1988)
Un muy cortometraje (1988)
Amada (1990)
La paloma azul (1989)
Música para dos (1991)
Los mejores deseos (1991)
El héroe (1994)
De raíz (2003)
Ana y Bruno (2017)

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