Titán y semi- dios

Quién sabe si se trate de un acto de justicia divina, pero el pleito legal entre el comunicador Joaquín López Dóriga y la empresaria María Asunción Aramburuzavala es probable que concluya en el derrumbe de uno más de los mitos de la vida pública nacional: el conductor estrella de los noticiarios de Televisa, el “Teacher”, que ha sido algo bastante más que sólo periodista, por decir lo menos, durante mucho, mucho tiempo.
Muy burdo el lío en que se ha metido el comunicador, un asunto de extorsión, por tanto, de estilo mafioso, algo que solía verse en filmes o novelas negras, como la célebre de Mario Puzzo, El Padrino.

Lo curioso del escandaloso tema es que se trata de una confrontación entre los que se ha dado en llamar poderes fácticos. Y es que no se trata aquí de un ataque mediático-revanchista con propósitos de desprestigio surgidos, por ejemplo, desde una resentida oposición que poco y mal haya visto reflejados sus afanes en las notas que el comunicador lee a diario en noticiarios radiofónicos o televisivos.

No es tampoco el reclamo de una organización sindical, agraria o vecinal-urbana por un presunto manejo tendencioso de la información que el comunicador haya dado de, por ejemplo, una huelga, una marcha o un plantón organizado para obligar la negociación o la aplicación de la ley, pero que haya desquiciado a la ciudad. Nada de eso. Es simple y llanamente la interposición de un recurso legal para reclamar justicia, pero no por difamación y ni siquiera por daño moral, sino por chantaje y extorsión, dos conductas que –más allá de irregulares–, están tipificadas como delitos en los códigos penales.

Se trata, sin duda, de una lucha de titanes; o, más precisamente, de una confrontación entre una que puede ser considerada titán y un semidiós –si seguimos el simil de la mitología griega–, que ha pecado de soberbia y altanería porque se sabe protegido por otro tan poderoso como a la que ahora enfrenta.

De este verdadero e indudable choque de trenes, el ciudadano común poco se entera, más que nada porque el asunto, pese a lo escandaloso, se ha mantenido dentro de los límites del bajo perfil noticioso y porque, al fin y al cabo, el que maneja estas cosas, es precisamente el que devendría en principal afectado.

Pero el innegable interés morboso que el tema provoca –algo así como los días previos al combate boxístico impensado entre un peso completo y un welter–, suscita igualmente escenarios hipotéticos –y hasta patéticos– sobre el posible y probable desenlace.

Por ejemplo: si, como es sabido, la justicia en México está al servicio del poderoso –y por poderoso se entiende el que tiene más dinero–, ¿tiene López Dóriga posibilidad de salir indemne ante la demanda-juicio-sentencia que habría de caerle encima? ¿El comunicador es tan importante para Televisa como para defenderlo a capa y espada de la dueña del poderoso imperio cervecero que, por cierto, es uno de los principales patrocinadores de ésa y la otra televisora?

¿El comunicador tendrá la fuerza suficiente como para enderezar una campaña defensiva en la que alegue ataque a la libertad de expresión o en la que enfatice todo el daño que en términos adictivos y al gasto y a la cohesión familiar, provoca el abuso en esta denominada bebida de moderación? Y, en todo caso, ¿Televisa estaría de acuerdo?

Lo cierto es que buena parte de la sociedad sabe que la televisora debe muchas en términos de manipulación, demagogia, verdades a medias, mentiras completas, estulticia, banalidad, pobreza de contenidos, fomento de malos hábitos y pérdida de valores e identidad cultural. Y sabe que de buena parte de esto hay varios responsables; muchos, conductores de noticiarios y uno de ellos, el del principal, el del horario estelar nocturno, “el Teacher”. Sin duda, un interés morboso.

ruben
Carlos Patrick Castrejón

Acerca de Rubén Vázquez Pérez

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