William Kentridge,Fortuna

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Fortuna

Fortuna es la exposición que reúne la obra de William Kentridge desde finales de los años ochenta hasta la actualidad. Esta muestra se alojó en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) desde el 14 de marzo y estará hasta el 21 de junio del año en curso.

La exhibición busca destacar el proceso artístico de Kentridge de la misma manera que la interrelación de los medios que utiliza. Las piezas pertenecen a la colección del artista sudafricano y son cortesía de Marian Goodman Gallery, Nueva York, y Goodman Gallery, Johannesburgo. El MUAC habilitó de seis a siete secciones para llevar a cabo esta empresa, en la cual se hallan aproximadamente 284 obras repartidas en 38 dibujos, 27 películas, 184 grabados y 35 esculturas.
Kentridge adopta la noción de “fortuna” como un principio guía; la describe como “algo más que la fría casualidad estadística, al mismo tiempo que fuera del control racional”. La reseña de la muestra, nos dice que “podemos entenderla como una casualidad dirigida, o bien como la ingeniería de la suerte en donde hay posibilidad a la vez que predeterminación. Fortuna alude a un devenir donde la obra de arte está en constante construcción, incluso cuando el espectador se encuentra con ella como producto terminado”.

Un fonógrafo poco usual, parlante y andante da la bienvenida. William Kentridge ofrece un concierto de ópera a través de la pantalla. Él toca la tuba, el fonógrafo canta su música.

La muestra artística se ha dejado rozar por la ingeniería. La imaginación se ha consumado como algo tangible, pragmático y divertido. A la derecha y hacia atrás del fonógrafo, está Rueda de bicicleta: su nombre hace referencia a la constitución de su cerebro, su corazón está hecho con engranes mecánicos; un tripié de teodolito da forma a sus piernas apoyadas sobre ruedas de goma: las ideas tienen su etapa constructiva, se expresan, se reconstruyen y se siguen pensando por aquellos que las acogen. Resulta entretenido mezclarse con estos seres vivientes que respiran de manera distinta a nosotros. Los objetos han estado ahí, mudos, hasta que quisieron manifestar y tergiversar su existencia para dar respuestas inesperadas.

Periódico II Sole 24 Ore 

Kentridge realizó estudios en Política y Estudios Africanos en la Universidad de Witwatersrand. Recibió la invitación del periódico financiero italiano II Sole 24 Ore, para hacer algunos dibujos en la edición de fin de semana. A la par estaba un proyecto que nacía y luego se tambaleaba, pero que al final se llevó a cabo: fue la realización de una película anamórfica relacionada con la guerra colonial de Italia contra Etiopía en los años treinta. En el suplemento cultural del periódico, “(…) Una gran parte de la sección de arte estaba dedicada a restauraciones de Giotto y Caravagio. En los dibujos que finalmente hice, intenté combinar elementos de la película animada de la guerra en Etiopía —en la cual los italianos usaron armas químicas contra los etíopes— con algunos elementos de la historia del arte presentados en la revista de II Sole 24 Ore. (…) La Masacre de los inocentes de Giotto se basa en una historia de la Biblia, pero sus imágenes se asemejan bastante a las imágenes de campesinos kurdos asesinados con armas químicas en Irak”. La invasión italiana de Etiopía duró siete meses, entre 1935 y 1936, para William “es una parte de la historia del siglo XX escasamente recordada por los que la perpetraron, aunque muy presente para quienes sufrieron los efectos en África”.

Atrás de Rueda de bicicleta están las colaboraciones de Kentridge para el periódico. Formadas de izquierda a derecha, se mantienen de pie El mundo en sus patas traseras, Domenica (Periódico), Domenica (Masacre de los inocentes) y Domenica (Máscara de gas). No hay espacio para divagaciones, los dibujos en tamaño cartel están llenos de realidad; impresos en papel revolución (parece) y a tinta negra, se hace más fuerte su mensaje.

Máscara de gas no deja de ver la fragmentación del mundo en sus patas traseras, una maqueta que se asemeja al dibujo del primer cartel. Ésta fue hecha con pedazos de cartulina despatarrados, blancos y negros, con la forma de Pangea y fragmentos de mapas cubriendo los pedazos de tierra. El ojo de Máscara de gas se introduce en las entrañas fragmentadas del mundo, las descompone en elementos finitos, en unidades, y a éstas en miles de millones de pedacitos; se pierde en todas las variantes del pensamiento en todos los átomos de la materia.

Cerca de su pueblo

No sólo los temas políticos se hacen evidentes en la creación de William; también se puede apreciar los rasgos poéticos que la componen. Su obra está estrechamente ligada a su país, Sudáfrica. Aborda asuntos tan complejos como el colonialismo y la herencia del apartheid; éste último fue un sistema de segregación racial, en el cual se separaba a lo negro de lo blanco, que prohibía el amor entre colores de piel opuestos, que la capacidad de elección sólo podía ser concebida en manos claras, que una vida no debía surgir de la mezcla.

Sus filmes son expresiones en carboncillo, reflejando “una lenta recolección de motivos y conexiones entre los personajes de la película y su mundo: el mundo de Sudáfrica desde los fines de los años ochenta hasta ahora”. Johannesburgo, segunda ciudad más  grandiosa después de París, Monumento, Mina, Sobriedad, obesidad y envejecimiento que forman parte de la serie de dibujos para proyectar, son el ejemplo más claro del apego que existe entre sus personajes y su contexto social.

Una mirada profunda, con relieve a lo que se nos muestra en un plano “x”, “y”. Cargueros y procesiones es el desplazamiento del ser humano de la dicha y la gloria al trabajo y la fuerza, pasando por el gusto y el gozo de la literatura y la música. “Las procesiones y las personas que llevan cargas aparecen reiteradamente en mi obra. Supongo que es una respuesta al hecho de que el trabajo físico sigue siendo una parte importante de lo que somos. (…) Creo que lo importante para mí es este desenlace incierto. No caminan necesariamente hacia una utopía al otro lado de la pantalla ni tampoco hay campos de batalla al otro extremo. Pero hay una sensación de travesía, de no saber qué hay al otro lado (…) esta sensación de desplazarse hacia un final incierto donde podría haber esperanza”.

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Acerca de Alejandro "Chino" Velasquez

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