Elena Garro

lúcida y enigmática escritora del siglo XX

Hoy cumpliría 103 años. Murió a los 71 años en Cuernavaca, Morelos
Lo que no es vivencia es academia : Elena Garro
Su impulso activista y sentido social influyeron para que en mucho tiempo no se le otorgara el reconocimiento que merecía

 

  E  lena Garro (1916-1998), pese a un exilio de más de 20 años y un silencio guardado nunca paró de escribir: publicó más de 35 obras y dejó inéditos. Mereció el Premio Xavier Villaurrutia (1963), por Los recuerdos del porvenir; Premio Grijalbo (1981)¸ por Testimonios sobre Mariana; Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada (1996) y Premio Sor Juana Inés de la Cruz (1996).

Nació el 11 de diciembre en 1916 en Puebla de los Ángeles pero fue Iguala, Guerrero donde pasó los primeros años. Su obra Los recuerdos del porvenir está inspirada en Iguala y el movimiento cristero. Aunque siempre puntualizó que la novela no es autobiográfica pero que sí lo vivió.

“Yo no puedo escribir nada que no sea autobiográfico; en Los recuerdos del porvenir narro hechos en los que no participé, porque era muy niña, pero sí viví” –le confíó a Roberto Páramo–.

Su educación

En su adolescencia vino a la ciudad de México a concluir sus estudios secundarios y posteriormente estudió en el Antiguo Colegio de San Idelfonso. Más delante entró a la carrera Letras Españolas en la Universidad Nacional Autónoma de México, al tiempo que se dedicó a la danza como bailarina y coreógrafa. En la máxima casa de estudios trabajó bajo la dirección de Julio Bracho, Xavier Villaurrutia y Rodolfo Usigli. Participó en el Teatro Universitario en la obra Las Troyanas dirigida por Julio Bracho donde alternó con Isabela Corona, Deva Garro y Rodolfo Landa. Participó en obras de Rodolfo Usigli y en el documental Humanidad de IMDb. Tiempo después realizó estudios de posgrado en la Universidad de California en Berkeley y en la Sorbona, Francia.

Viaje a España

Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) y a la edad de 21 años, Elena viajó a España junto con su entonces pareja Octavio Paz, al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas para la Defensa de la Cultural, al que también acudieron José Mancisidor, Juan de la Cabada, José Chávez Morado, Silvestre Revueltas, Carlos Pellicer, María Luisa Vera y Susana Gamboa de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).

El resultado de este viaje es el libro Memorias de España 1937 publicado en 1992, donde describe de forma crítica y sensible las personalidades y actitudes de los intelectuales asistentes al congreso. Empero, confiesa no sentirse comprometida con el movimiento: “Yo nunca había oído hablar de Karl Marx (…) Yo, sin saber cómo ni por qué, iba a un Congreso de Intelectuales Antifascistas, aunque yo era anti nada, ni intelectual tampoco”.

Su obra

Su obra destaca por ser original y romper con tradiciones y tabúes, así como por liberarse de ataduras que lograron matizar la condición femenina de su época. Se le ha citado como pionera del realismo mágico aunque ella siempre lo rechazó.

Elena exploró todos los géneros: teatro, cuento, novela, poesía. Fue también periodista y traductora, y escribió guiones cuyos personajes fueron interpretados por grandes actores del cine de oro mexicano.
Tras su boda con Octavio Paz en 1937, abandonó el teatro y no fue sino veinte años después que regresaría al teatro y no desde la escena, sino con la escritura de piezas dramáticas de un solo acto, que pronto llamaron la atención de los críticos por su originalidad y su fuerza poética.

A su producción se suman varios títulos fundamentales. Los cuentos de La semana de colores y las narraciones paranoicas de Andamos huyendo Lola, que se pueden leer como el lado luminoso y la cara oscura de un eclipse. Las farsas teatrales de Un hogar sólido y el drama histórico-documental Felipe Ángeles, la colocaron como una dramaturga vanguardista y épica.

Abordó el feminicidio y la violencia sexual y expuso la injusticia contra los indígenas. Su literatura propone, sin ser panfletaria, un discurso disidente que ataca la versión oficial y a quienes detentan el poder político. Hay quienes la recuerdan por casarse con uno de los intelectuales influyentes del país, con quién duró 22 años de relación, y otros más la llaman “la Juan Rulfo femenina”.

Incluso, Blas Matamoro del Instituto Cervantes de Madrid, expone: “Cabe arriesgar el juicio de que Los recuerdos del porvenir (1963) de nuestra escritora sea, junto con Pedro Páramo de Juan Rulfo, la más importante novela mexicana moderna.”

Una mujer controvertida

Elena Garro tenía 51 años, era una mujer avanzada en su época que vestía de traje sastre y collar de perlas. Una luchadora social y había conseguido su lugar en las letras con su novela Los recuerdos del porvenir, además del volumen de cuentos La semana de colores (1964) y el compendio de teatro Un hogar sólido (1957).

Sin embargo, su narrativa sufrió un quiebre con los sucesos políticos y sociales en México de los que fue protagonista en una u otra medida: su participación activa en la recuperación de tierras en favor de los campesinos de Morelos, su polémica y no comprobada intervención en las manifestaciones estudiantiles que terminaron en la masacre de Tlatelolco en 1968. Igualmente, La actitud crítica hacia el comunismo y su acercamiento a la política mexicana la pusieron en la mira.

Quedó cercada y nunca se ha aclarado debidamente hasta donde sufrió delirios persecutorios o vivió una realidad amenazante. Quizá ambas: todos los frentes resultaron sus enemigos: el Estado, los intelectuales, los estudiantes.

En ese momento, así como en los años sucesivos, Elena Garro declaró en su defensa tanto su no participación en el movimiento estudiantil como su no delación. Pese a sus declaraciones, a partir de entonces, Elena vivió de manera clandestina por varios años en México. En 1972 que Garro inició, junto con su hija Helena, un exilio que duraría veintiún años entre Estados Unidos, España y París.
Elena Garro volvió en 1991 a México. Le pareció muy raro, casi como un sueño, llegó a decir.

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