Gana el Premio Xavier Villaurrutia: David Toscana

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Ganar ese premio, te hace sentir que estás jugando para el Barça

 

 

“La novela es un juego con el lector: yo pongo una parte y tú la otra”.

 
Inba y Sociedad Alfonsina Internacional, entregarán el Xavier Villaurrutia, por su novela Olegaroy al escritor regiomontano

 
 Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, martes 17 de abril

 

  E  l Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores es el premio que te hace sentir que estás jugando para el Barça, dices: bueno, no soy Messi, estoy en la banca, ¡pero ya estoy en el Barça! Por eso es tan importante y codiciado este premio”.
Así se expresó el escritor regiomontano David Toscana, a quien el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Sociedad Alfonsina Internacional entregarán el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017, por su novela Olegaroy. La cita es el próximo martes 17 de abril a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Olegaroy descubre en el periódico El Porvenir el asesinato de Antonia Crespo, un 8 de abril de 1949, y con ello se da cuenta de que “está para grandes cosas”. Con 53 años, este hombre que padece de insomnio nunca ha salido de su casa y está apegado a los cuidados de su madre. Así inicia la novela que lleva el nombre de su protagonista y que le valió a David Toscana ganar el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017.

“Ese es Olegaroy, un niñote que sale a la vida por primera vez, y entonces cuestiona todo, incluso el matrimonio no se le hace que sea una institución sagrada”, explicó el escritor, quien con esta novela emplea a un narrador condescendiente con el personaje principal, a quien le ayuda un poco con sus disertaciones e inquietudes. “El narrador y los personajes empiezan a crear algo alrededor de las preguntas de Olegaroy que parecen más profundas, más interesantes. De algún modo es para pararle las antenas al lector, y decirle que en la literatura no hay nada más que leer las anécdotas, hay que estarse metiendo en el texto y haciendo preguntas”.

Toscana, quien publicó su primer libro en 1992, formaba parte de un grupo de escritores integrado por Eduardo Antonio Parra y Hugo Valdés, entre otros, el cual llamaron “El panteón”. Con Estación Tula (1995), su segundo libro, David se colocó en el gusto de los lectores y su talento comenzó a llamar la atención en otras geografías, donde fue traducido. A la fecha, cuenta con nueve novelas e importantes reconocimientos, como el Premio de Narrativa Antonin Artaud y el José María Arguedas.

“Recuerdo cuando comenzábamos a escribir allá en Monterrey, hace muchos años, y siempre veíamos este premio como ‘el’ premio. Después empezaron a salir otros, pero no tienen la tradición del Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores, no tienen estos nombres detrás, no puedes decir que lo ganó Rulfo, Fuentes, Paz, Garro, ni tantos otros escritores”, aseguró.

En la opinión del autor de otros libros como El último lector (2004), la novela policiaca es un género en el que las historias suelen resolverse y por esa razón no le atrae en general. “Me gusta más otro tipo de novela donde todo queda para el lector. No me gustan las novelas donde el autor controla todo. Creo que el lector siempre tiene que ser un participante más dentro de una novela. Hay autores que de algún modo se hacen cargo de toda la novela, y otros que dejan muchísimo para el lector. En una novela policiaca generalmente leemos lo mismo, sabemos quién es el asesino; no hay discusión. La novela es un juego con el lector: yo pongo una parte y tú la otra”.

El discurso filosófico- científico empieza a discurrir en la vida y los actos de Olegaroy entre voces como las de Kant, Spinoza, Kierkegaard, Leibnitz, Tales de Mileto y Newton. David Toscana es un gran lector de filosofía, y aunque no se considera un profundo conocedor de esta materia, sabe que un escritor debe de beber de ella si es que quiere escribir: “Si uno estudia medicina se vuelve médico, pero si uno estudia filosofía no se vuelve filósofo, solo se vuelve conocedor de ciertas etapas de la filosofía. El filósofo es el que está haciendo las preguntas, y un novelista tiene que ser un filósofo, uno intuitivo, porque al final el que va a hacer las preguntas es el lector, es él quien va a transformar su forma de ver el mundo, sus ideas morales”.

El autor buscó en archivos hemerográficos algunas publicaciones que tuvieran que ver con la historia de Monterrey, y así nació Olegaroy. No es la primera vez que lo hace, pues algunos de sus libros parten de hechos históricos para después ser contados desde la ficción, como Duelo por Miguel Pruneda (2002) y El ejército iluminado (2006).

“Esa línea yo no la alcanzo a ver claramente”, señaló David Toscana al ser cuestionado sobre los límites que puede haber entre la realidad y la ficción. “No me queda claro qué es ficción y qué es realidad. La ficción, bajo ciertos criterios, me parece real. Siempre lo he dicho, para mí Don Quijote es más real que mi vecino; de mi vecino no sé nada. Nunca he entendido bien esta realidad, esta línea de división y por eso se ha convertido en tema de mis novelas”.

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