Murales para un cubo blanco

yuxtapone obras de arte contemporáneo al legado pictórico de Siqueiros

Los artistas Ana Bidart y Primal, Antonio Bravo, Iván Krassoievitch y Lucía Vidales participan con trabajos pictóricos, escultóricos, espaciales y de instalación
La exposición relaciona los imaginarios sociales del siglo pasado con las preocupaciones políticas actuales; abierta del 5 de marzo al 14 de junio

  L  a exposición Murales para un cubo blanco conjuga cuatro obras de artistas mexicanos comisionadas para espacios de la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS), las cuales dialogan con el legado del artista mexicano, particularmente con el escenario pictórico integral y el sentido social del arte. La muestra colectiva incluye materiales de consulta del Centro de Investigación y Documentación Siqueiros (CIDS) para contextualizar los proyectos presentados, además de obras de su acervo plástico.

El título de la muestra, Murales para un cubo blanco, señala tensiones entre formatos y prácticas de la modernidad artística del siglo XX y pone de manifiesto la oposición entre el cubo blanco y la práctica mural. Mientras el primer formato definió en gran medida las estéticas formalistas del “arte por el arte”, el segundo fue soporte de estéticas comprometidas con la función social del arte, como fue el caso del muralismo mexicano del siglo pasado, explica Willy Kautz, director de Proyecto Siqueiros: Sala de Arte Público – La Tallera, perteneciente al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).

Ana Bidart y Primal, Antonio Bravo, Iván Krassoievitch y Lucía Vidales son los artistas mexicanos invitados. Participan con investigaciones pictóricas, escultóricas, espaciales y de instalación, las cuales extienden los repertorios de la plástica unitaria siqueiriana hacia otros soportes y materiales, y hacia otras composiciones espaciales que relacionan los imaginarios sociales del siglo pasado con las preocupaciones políticas actuales. La muestra plantea una experimentación con tipologías expositivas, modelos curatoriales pedagógicos y configuraciones pictóricas, modernas y contemporáneas.

Abierta del 5 de marzo al 14 de junio, la exposición ofrece al público una experiencia integral e inmersiva; las comisiones se yuxtaponen a las obras murales de Siqueiros ubicadas en la Sala. El resultado es un escenario que integra Fachada, Patio de murales, Galería y Cubo, y que muestra la exploración colectiva de aspectos figurativos y motivos geométricos de los murales, además de aproximarse al sentido público del arte en nuestros días.

Esta iniciativa se suma a las comisiones de arte contemporáneo que ha hecho la Sala de Arte Público desde 2001 como parte de su vocación, cuyos trabajos han nutrido la discusión sobre la función social y política del arte; generaciones jóvenes han explorado y experimentado con la perspectiva poliangular que presentan los estudios murales resguardados en la SAPS. Los proyectos comisionados han examinado procedimientos siqueirianos, como los montajes fotográficos y la plástica fílmica, la experimentación con materiales y soportes escultóricos y arquitectónicos.

Las comisiones

Las exploraciones de los artistas convocados investigan diversos aspectos de la relación entre arte y política, así como de la muralística integral de Siqueiros. La obra de Ana Bidart y Primal consiste en pintar un mural en la fachada de la SAPS de modo colectivo, en la cual las formas y los colores resultarán de la combinación azarosa de un conjunto de símbolos que representan agentes y situaciones relacionadas con la gestión cultural en México.

En tanto, Iván Krassoievitch investiga los manifiestos como género literario mediante instalaciones geométricas de colores, compuestas por alfombras y un móvil en el Patio de murales. Por su parte, Antonio Bravo extiende su investigación artística —enfocada en la performatividad del cuerpo y la física de los materiales durante las manifestaciones— hacia una revisión de la figuración de las congregaciones humanas masivas, un motivo recurrente en la iconografía siqueiriana.
Lucía Vidales presenta un mural de ocho paneles en el Cubo, en el que trabaja el tema de la Crucifixión presente en obras murales, de caballete y gráficas de Siqueiros, que el artista produjo principalmente durante su encarcelamiento en Lecumberri, con una mirada política, desde el cristianismo hacia la figura del preso político.

Siqueiros y el cubo blanco

Expertos han descrito al cubo blanco como espacio cargado de intereses ideológicos y no como un espacio políticamente neutro, según la perspectiva de algunos especialistas. Esta tipología se convirtió en un modelo para los museos y galerías de Europa y Estados Unidos, sobre todo a partir de la década de los treinta del siglo pasado. Sin embargo, Siqueiros apostaba por exploraciones integrales en las que la pintura se convertía en el mismo espacio de su ejecución al grado de transformarlo en una obra total, esto es, en una caja plástica, concepto que acuñó para describir el carácter escenográfico de los murales, comenta Kautz.
Siqueiros creó espacios integrales caracterizados por una estética que fusiona el arte con lo político. Dos ejemplos de ello fueron Ejercicio plástico (Argentina, 1933) y su último mural, La marcha de la humanidad en la tierra y hacia el cosmos, hecho para el Polyforum, inaugurado en 1971. Estos “ambientes” envolvieron al espectador en una experiencia dinámica, en un escenario pictórico integral que se despliega en la medida en que la pintura se vuelve escultura, luego arquitectura y, entonces, una caja plástica.

Exposición como plataforma del programa pedagógico

Murales para un cubo blanco será también plataforma para las actividades del programa pedagógico de la Sala. En este sentido, la exposición es una apuesta museográfica y un modelo curatorial que conjunta la vocación histórica de Proyecto Siqueiros con una visión ciudadana, colaborativa y pedagógica que busca revitalizar el legado de la plástica integral y la poliangularidad, así como los conceptos del artista ciudadano y del espectador dinámico que acuñara Siqueiros, como una apuesta para garantizar los derechos culturales de la ciudadanía a través de su participación en actividades de goce, reflexión e intercambio de saberes.

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