Jaime Avilés, el disidente (1953-2017)

Importante dentro del periodismo mexicano, falleció
víctima del cáncer que le aquejaba
Un escritor con vocación disidente

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Ilustración /Camacho

  C  omo una cubetada de agua fría –en este verano de controversias metereológicas-, llego la noticia del fallecimiento de Jaime Avilés, luego de convalecer de una operación para extiparparle un tumor.
Avilés murió a las 1:41 horas del  martes 8 de agosto en la Ciudad de México. Le sobreviven sus hijos Juncia y Julio Avilés Cavasola.

 
El 26 de junio del presente año, el director general del portal Polemón, Jaime Avilés, fue sometido a una cirugía: le extrajeron un tumor de la cabeza. La operación, fue un éxito. Después de analizarse el tumor extraído, los médicos informaron que tenía un cáncer en el pulmón, el cual se había extendido al cerebro.

 
Jaime el cronista, el periodista, el inconforme, el disidente por naturaleza se marchó con el hueco y el dolor de no escribir –más-para el papel.

 
A  Jaime lo expulsaron de La Jornada. Avilés tuvo diferencias con algunos directivos de La Jornada. Su disidencia lo llevó a denunciar irregularidades en ese medio que detonaron su salida del periódico.
Avilés, luchó denodadamente por buscar la verdad; se  podría decir que  Avilés “murió de periodismo”.

 
Avilés  estuvo varios días en Cancerología, hasta que los médicos decidieron darlo de alta. Fue a sesiones de radioterapia y recibió  tratamiento de quimioterapia.

 
Considerado como uno de los más importantes cronistas en el periodismo mexicano, Jaime Avilés Iturbide falleció el martes 8 de agosto a los 63 años de edad, en la Ciudad de México.

 
Nacido en la capital del país, Avilés fue reportero y columnista de los diarios Unomásuno, La Jornada, El financiero (cuando Víctor Roura, dirigía la sección de cultura),  el semanario Proceso y se desempeñaba como director general de la revista Polemón. Su obra ha sido traducida al francés y al italiano.

 
En 1979, fue corresponsal de guerra en Nicaragua, mientras que en 1983 cubrió la invasión militar estadounidense en la isla caribeña de Granada.

 
En 1990 publicó La rebelión de los maniquíes, compilación de crónicas de guerra y de cobertura política en México y América Latina.

 
En 1994 cubrió el alzamiento zapatista en el estado de Chiapas. Junto a Gianni Miná, escribió Marcos y la insurgencia zapatista; además, dos versiones de una novela sobre el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), Nosotros estamos muertos (2001) y Adiós cara de trapo (2006), otro libro que marcaría nuevamente su distanciamiento del sub comandante Marcos. Y su afilada disidencia.
En 2008 lanzó el libro Los manicomios del poder y en 2012, AMLO: vida privada de un hombre público, una biografía autorizada del político tabasqueño.

 
Avilés fue cronista taurino bajo el seudónimo de Lumbrera Chico, activista político, precursor de la lucha por la despenalización de las drogas y por los derechos políticos y sociales de minorías.
Jaime Aviles, se fue con varios pendientes, entre los que se encuentran un libro por terminar, un país por construir y una rebelión en proceso.
Descanse en paz  el autor de la columna Desfiladero

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