De la comedia, el amor y otros placeres

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Basta ver Una Eva y dos Adanes (Some like it hot, 1959) de Billy Wilder

Todo comienza aquí, ¿el amor vale el dolor que nos causa por el placer que nos encanta?, así lo plasman las películas de comedia romántica. Basta ver Una Eva y dos Adanes (Some like it hot, 1959) de Billy Wilder y Una dama es una dama (Une femme est une femme, 1961) de Jean-Luc Godard. Ambas, aunque muy diferentes en narración y estilo, reflejan dos formas de sentir el enamoramiento: sincero y divertido.

En realidad, los individuos siempre estamos buscando la fórmula científica para que nos salga el amor tal como lo vemos en las películas, pues algo tiene el romance que nos molesta sobremanera: la incertidumbre.

Así, todos protagonizamos nuestra propia película; y lo divertido es que en nuestra vivencia del día a día, pareciera actuamos siguiendo las reglas de los diferentes géneros cinematográficos. El cine es un reflejo de nuestra realidad social y cada quien se apropia del estilo que va más con su personalidad.
Cabe aclarar que la comedia romántica no es de los géneros más taquilleros en el cine. Las marquesinas son dominadas por las cintas de aventura, los dramas, las películas animadas o de acción. Con todo, las comedias románticas cumplen un papel fundamental en el imaginario del quehacer amoroso.

En febrero (“mes de los enamorados”), en el mejor de los casos encontramos en cartelera películas que reflejan historias entretenidas y románticas; en el peor, temáticas incoherentes, sostenidas por las mismas fórmulas clichosas, en las siempre se sabe qué pasará. En ambos casos impera una cantaleta moral, quizá por ello caen de mi preferencia, por incoherentes, pues se les olvida algo: el amor carece de moral y de prejuicios. Así lo vemos en Una Eva y dos Adanes y en Una dama es una dama.

Si tomamos en cuenta que en México el cine es un artículo de lujo cuyo acceso equivale al salario mínimo de un obrero, inmediatamente colocamos la condicional: si va uno al cine, va a divertirse. Sin embargo, el cine es también un producto de consumo, y debemos exigir estándares mínimos de calidad.

No sé si las grandes productoras crean que los temas están agotados o que estamos atrapados en la tendencia existencialista o dramática de ver al amor como algo muy interno que carece de entendimiento, diversión y espontaneidad.

En Una Eva y dos Adanes se habla de la liberación sexual de la mujer y de la homosexualidad, no como un tema, sino como un hecho que sucede. Sugar (Marilyn Monroe) se muestra libre y natural ante sus múltiples fracasos amorosos, deja de lado los hechos del pasado e incluso cede ante su consciencia planificada y termina enamorándose de un saxofonista, Joe (Tony Curtis). Lo importante es saber vivir la vida, porque todo llega de la forma más inesperada posible, como el amor de un millonario a un músico, Jerry (Jack Lemmon).

Por otro lado, Jean-Luc Godard, quien en sus primeros trabajos explora la relación de pareja hombre y mujer, plasma de una forma filosófica y didáctica los roles de la mujer y el hombre en una correlación amorosa.

En Una dama es una dama, Godard muestra a una pareja que sigue unida, quizá por la frescura de su sentimiento, en donde el hombre impone, la mujer se encapricha y la negación es el peor enemigo de quien se cree enamorado; y aunque ambos (Émile y Angela) se enfrentan, hay una fuerza extraña con la que ninguno de los dos puede luchar.
¿Qué se mira? ¿Una comedia o una tragedia? Pues como el amor encierra odio, placer, sueños y un sinnúmero de sentimientos contradictorios, no nos queda más que pensar que la comedia romántica va más allá de un juicio moral. El placer de sentirse amado, la confusión más extraña de nuestro ser.

Acerca de Jimena Ladu

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