Manchas de Buenos Aires

Andanzas Bonaerenses

chino
Barrio de Palermo, Buenos Aires, Argentina. Foto/ Alejandro Velasquez

 

Hoy escuché por las calles de Buenos Aires, que una niña llevaba puesto tu nombre.

Museo Jorge Luis Borges

Clavado en el Barrio de la Recoleta, sobre la calle Anchorena 1660, con una fachada antigua y bien preservada, está el museo Jorge Luis Borges. Pequeñito, sólo con cuatro vitrinas a disposición del público, en las que se pueden ver sus comienzos, sus apogeos y sus culminaciones en forma de regalos que recolectó en cada uno de sus periplos y de pertenencias personales.

Jorge Luis Borges fue una persona que viajó demasiado. Su primer viaje, según cuenta Sara, una señora que debe estar entre los 70 y 80 años, fue en los comienzos de la primera guerra mundial. Suiza fue el destino que siguieron su hermana y sus padres. Como es sabido, Borges padeció debilidad visual hasta el punto de perder la vista, enfermedad que heredo de su padre, y que fuese el principal motivo por el cual la familia se desplazó a Europa en busca de alguna cura. Se pensaba que si su padre se sometía a una operación, quedaría solucionado el problema; no fue así.

Del escritor argentino, también se sabe que quiso a Suiza como un segundo hogar, país que se mantuvo neutral durante toda la guerra. En la culminación de ésta, Borges se desplaza a España, donde comienza a convivir con gente apegada al arte. “Impresionado por las manifestaciones del modernismo, y con la decisión de regresar a Argentina, y una vez instalado en la ciudad porteña, escribe su primera novela titulada  Fervor de Buenos Aires, a la edad de 24 años”, explica Sara.

La Novela tuvo tiraje de 300 ejemplares, solventada con el dinero de su padre y promovida por uno de sus amigos, quien era dueño de una librería. La encomienda que el autor le dio a su amigo, es que cuando alguien fuese a comprar, éste pusiera un ejemplar de su obra en las bolsas de los comensales. “Fue su manera de darse a conocer”, avisa Sara, además que años después (1990 quizás), su señora, “María Kodama, encargaría la reimpresión del libro, que contó con el mismo número de ejemplares que la primera”. La diferencia sería que la segunda, ya contaría con las correcciones que el autor oriundo del barrio de Palermo le hizo. La portada de este librito fue ilustrada por su hermana, y la única manera de acceder a ese escrito, es por medio de las obras completas del autor, con la duda si estás contienen el original.

Antes, vivir en el barrio de Palermo, a las afueras del Buenos Aires afrancesado, era algo mal visto. “La casa donde Borges creció, ya no existe más. La destruyeron y fueron a poner quién sabe qué cosa”, y en ese momento Sara se lleva las manos a la cabeza. El barrio de Palermo, para nosotros los que vivimos en el DISTRITO FEDERAL, es muy similar a la colonia Condesa, pero en original. Hay una calle larga, que si no atraviesa en su totalidad a la colonia, si lo hace en su gran mayoría, la cual lleva por nombre, Jorge Luis Borges, y en alguna de sus esquinas se puede leer lo siguiente:
“Una Manzana entera pero en mita del campo
Presenciada de auroras y lluvias y sudestadas
La manzana pareja que persiste en mi barrio
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga”

Anecdotario Borges

De las primeras cosas en las que se concentró el escritor de Palermo, fue en fundar una revista que se llamó Prisma; una revista mural que se imprimía tamaño cartel, ilustrada con tinta negra y que iba a parar a las paredes del centro de Buenos Aires y sus alrededores. Prisma estaba ilustrada con dibujos en blanco y negro, y pequeños poemas salidos del imaginario de Borges y de sus compañeros, cubrían su cuerpo. El presupuesto para la consecución de la revista, salía de la bolsa de los creadores e iba a parar a los muros del centro y alrededores de Buenos Aires. “La gente no comprendía lo que tenía al alcance de sus manos, y en actos atroces arrancaba los ejemplares de las paredes”… Sara, de nueva cuenta con algo de resignación en sus gestos. Prisma duró alrededor de tres números, para dar paso a Proa, que tampoco pudo sobrevivir más allá de los seis ejemplares, aunque a ésta se le dio un formato más discreto, tamaño panfleto, con apenas seis hojas integrándola. Lo más destacado fue, que a partir de Proa, muchos de los que ahí escribieron, alcanzaron un horizonte más amplio del que podían contar.

Cuestionando a Sara, sobre si Borges era un tipo cariñoso, pasional, ella dice que sí. Lo mismo dijo él en alguna de sus entrevistas, pero Sara revela una anécdota curiosa:
-No sabemos mucho de la vida amorosa de Borges, a lo mejor lo más cerca que estamos de encontrarnos con algo, es en el Aleph, ¿Es una vivencia real lo que ahí cuenta? ¿o es parte de su mundo imaginario?
-(Comienza por reír) MIrá, por supuesto que es real. La anécdota dice que cuando él le regala los libros a Beatriz, ésta le pregunta si valdrían más después de que él muriera, entonces Borges le dice: “en este instante tendría que morirme”.

Acerca de Alejandro "Chino" Velasquez

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