A la Mujer de Noviembre

6

A la Mujer de Noviembre, porque ella sola puebla mis noches;
ella sola habita mis sueños;
ella sola es mi ayuda, mi certeza, mi alimento.
Mi mundo es pobre sin ella, o peor aún, es inútil.
Cuando ella no está, mi mundo se perturba,
se acongoja, se estrecha.
No me concibo sin ella.
No concibo mi origen,
mi vida, mi fin, sin ella.

Ninguna de mis emociones, ninguno de mis pensamientos.
Ninguna gota de mi sangre tiene interés sin ella.
Ella es todos los caminos, los ya recorridos
y los que me falta por andar,
los que piso y los que vuelo;
es mi continente descubierto, mi suficiente tierra firme.
Ella es mi afinidad irrevocable y mi diferencia esencial;
es mi siempre y mi seguridad; mi espejo ocupado,
mi obsesión, las puertas abiertas de mi laberinto.

A fuerza de ser ella como es ella,
es mi paradoja y mi perplejidad;
es mi centro y es la forma coherente que me envuelve;
es todas mis edades;
es la manera en que imagino la rotación de los astros;
es el orden secreto de mediodía;
es mi gran temor inexplicable,
mi única arquitectura de esperanza.

Es mi historia, que un día quedará trunca.
Mi austero corazón le pertenece;
mi vida, que me debe dos muertes,
y mis diversas exageraciones.
Ella, sin duda, es mi mejor milagro, mi último destino.

Acerca de Agustín Monsreal

Léa también

INSTANTE

  U  n instante de placer ante los últimos estertores del atardecer que se desangra …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *