Juana de arco

No me perdonaron ser quién soy,

los zapatos sucios,

los años de tierra, de sudor en la calle

No me perdonaron decir en voz alta

lo que se murmura en pasillos,

lo que se oculta por complacer al poder

No me perdonaron el no saber fingir,

el ser la niña que ríe ante la desnudez del emperador,

el retar a los cuatro que me tiraron al piso

No me perdonaron las palabras claras,

la falda corta, la risa permanente,

los tatuajes subversivos, el abrazo colectivo

Se me desmoronaron ciertas ilusiones, alguna certeza,

los poemas se fugaron ante el exceso de realidad.

Inventé, como siempre, cruzadas imposibles

La vida me cayó de peso esa noche de mayo,

las lágrimas fueron este dolor en el centro del cuerpo,

quise correr, crear un país para empezar de nuevo

Sola con estos leños bajo mis pies,

con este orgullo de ser fiel a mí misma en la oscuridad,

con este reloj lunar que sangra toda dicha

Gata huraña que huye de la falsa obediencia,

que llora cuando una bomba le explota el corazón,

que envenena su latido con el delirio necesario

No me perdonaron ser quién soy

y ahora sólo pido una canción para la hoguera,

para volar, para volver a amanecer

 

Acerca de Carmen Saavedra

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