La noche exhausta termina

por

 

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
otros ojos futuros, otra vida,
otras nubes, morirme de otra muerte!
-esta noche me basta, y este instante
que no acaba de abrirse y revelarme
dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo me llamo yo

   Octavio Paz

 

Para Jill, por si no sabe lo que puede provocar…

 

La noche exhausta termina. Mi recuerdo fluye por mis mejillas. Bebo a sorbitos mi nostalgia. Una mujer dormita sobre la mesa de la lonchería, el rimel escurre por el cuerpo de la botella y una media se deshila despacio muy despacio. No quiero pensar pero la patria se desangra en la esquina, no quiero pensar pero tu presencia se disuelve por mis dedos. La madrugada se despierta, se viste de ausencia. Quisiera alejarme pero el pensamiento de esta noche te detiene. La ciudad blasfema en mi oido. Salgo, camino por sus entrañas. Ángeles debajo de un puente, rascan el cielo. Al llegar a mi departamento en mi cama una sirena se enrosca en las sabanas. Neptuno lascivo besa su entrepierna. Ella me mira a través del espejo. Mientras el tiempo se detiene en mi corazón y la madrugada bosteza. Su mirada se posa en mis ojos. Una escama cae al suelo. Con brusquedad aparto a Neptuno. Viajo por la  boca de ella, por su cuello, por su ombligo, por su entrepierna robando cada uno de sus sueños. Mi cama es un arrecife donde se vislumbra el alba. Aquí no existe nada no hay nombres, no hay calles, plazas, cuartos, promesas, parques, sólo alguien que se peina y canta estrofas milenarias. Abre sirena y en cada puerta que abras sólo véras el mar…

  •  Alfredo Mc kelligan

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