José González Gálvez

Cosa de mujeres VII

  Para Carolina Guzmán Sol    M  e llamo Julia, soy alta, espigada, de huesos pronunciados y una coloración aceitunada de la piel, herencia posiblemente de mis antepasados que se procrearon en una isla desperdigada de la Polinesia. Siempre visto de blanco, aún en reuniones de ejecutivos bancarios y empresarios extranjeros. Me siento cómoda dentro de mis amplias ropas de …

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Cosa de mujeres VI

El viaje terminó antes de comenzar, y todo porque a la zafada de Djuna, se le puso entre pecho y espalda, la disparatada idea de meterse entre los pantalones de Bruce Willis, ¡así como lo oyes! Claro que no es broma, primero pensé que era una jalada, ya conoces a Djuna, pero cuando me di cuenta que todo iba en …

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Cosa de mujeres V

Lidia tiene 32 años. Universitaria, esta entregada en cuerpo y alma a la fotografía, ha ganado varios premios internacionales, con sus claroscuros maravillosos y sus grises penetrantes en la penumbra de las alcobas vacías. Siempre se encuentra rodeada de celebridades, pero permanece sola, deshabitada, extemporánea, como su fotografía primordial de un arcángel de yeso carcomido por el tiempo y patinado …

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Ansiedad

Silenciosa, acosada por miles de presagios, camino por todo lo ancho del jardín. Las hojas secas crujen bajo la presión de mis pies descalzos. Mis manos, atacadas repentinamente por un temblor, se crispan ante la vaguedad de lo incierto. Mi abdomen parece recibir los estímulos de mi inseguridad, todo mi cuerpo palpita ante la sensación de un nuevo ser gestado. …

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Turbulencias

Tadzio,  Tadzio…susurró el eco moribundo de un sueño lejano. Cerraron las ventanas, pero a través de los cristales persistió el murmullo de los insectos nocturnos y de las aves siniestras. La luna se escondió detrás de un manto de nubes. En el claroscuro de la habitación, se reveló un choque de cuerpos desnudos, jóvenes, sensuales. La mano de uno recorrió …

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Tierra Humeda

Me gusta caminar, pero tengo preferencia por salir cuando la lluvia es tenue. Sentirla sobre mi cabello y deslizarse lentamente por mi rostro. Oler la campiña a tierra húmeda, a cilantro fresco, a nabos, a zanahorias. Retener el olor a estiércol mojado, a vacas y a cabras, pero también a liebres y ardillas. Caminar bajo los nogales y las higueras, …

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Nuevo Día

A través del cristal de una ventana, la noche apretada, se transforma en cuervo, ave maligna, agorera de presagios funestos. El silencio de las calles vacías parece filtrarse entre los fresnos adormilados de los arriates. Los postes de luz mercurial, uno tras otro, asemejan gigantes solitarios y enfermos. No hay movimiento. De pronto, un halo lánguido, frío, parpadea ante la …

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LAS PALABRAS

Lo escuché, y sus palabras proféticas aun retumban en mis oídos. No supe que contestar en ese momento, pero su mirada, sus gestos, sus muecas de odio, su soplido nasal, sus dientes blancos y su lengua aun perduran en mi memoria. Quedé asombrada, perpleja, mientras sus manos se movían amenazantes, como si quisieran golpearme, tomarme de los hombros y sacudirme. …

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La unión

Mara se estremeció cuando sintió el miembro erecto de Bruno entre los muslos. Su pensamiento voló más allá de toda frontera real. Imaginó su propia vida y también su propia muerte. Cuando Bruno se retiró, ella pareció despertar de un profundo letargo, aturdida sólo pensó en el narcótico del deseo. Inclinada, buscó nuevas caricias a través de la geografía cálida …

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La función

Sonó el gong por primera vez. Cinco hombres cubiertos con una escafandra blanca entraron por la puerta lateral. Minuciosamente se lavaron las manos, se secaron, y al terminar se colocaron unos guantes de goma. Sobre una mesilla de mármol estaban las pinzas, el bisturí, los separadores, las tijeras, el fórceps, las agujas. Un olor penetrante a formol inundó la habitación. …

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La estrella

Alina se vio reflejada en el espejo del camerino. A lo lejos escuchó los silbidos y los aplausos acompasados que la reclamaban en el escenario. Tocaron varias veces a su puerta. Antes de salir a escena, se palpó el vestido de satén que se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Al levantarse el telón, el público comenzó a aplaudir, hasta que …

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La despedida

Lo sabía cuando escuché girar la perilla metálica de la puerta, y oí como subía lentamente los escalones de granito puro. Llegó con la respiración entrecortada al tercer piso, y a ciegas, entre la oscuridad, buscó ansioso el dormitorio, abrió por segunda vez una puerta y caminó en penumbras hasta tropezar con la cama. Febrilmente descorrió los velos del baldaquino …

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