José González Gálvez

El corazón no es como lo pintan

Hoy desayuné zarzamoras silvestres el sabor acidulado de sus semillas eclosionó en un reguero de recuerdos. En el diario escribí tus visitas fortuitas. Con delicadeza pinté un corazón bizarro dividido en tres ventrículos. Recordé tus infidelidades tan disímiles tus viajes en geografías diferentes. Ahora dedico mis horas perdidas al estudio anatómico de tu cuerpo a la sutil nomenclatura ortodoxa de …

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En cada corazón que habitamos

Como el clavel y como el viento                                                   el caracol es un cohete;                                               …

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Azul cobalto en el perfil de tu memoria

Para Elena Poniatowska Mujer, tienes la espalda orquestada en preguntas que surgen como plumbagos incendiados todo lo sabes y lo demuestras en tu escritura que fluye como agua de colonia. Posees la palabra grávida a flor de labios un mundo de vocablos convertidos en rapsodia. Tres vástagos germinaron de tu corola y pistilo ahora son follaje de un azul cobalto …

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Exilio de ángeles III

  A  quel baño de luz líquida, luz de ópalo y manzana. Luz de luz Giannina, baño de oro en tu espalda, en tu piel dorada, en tu cabellera trenzada. Rememorando el paisaje de tu cuerpo desnudo en el pulso de la tarde. Abierto a la vigilia, a los pensamientos sofocados de silencio. Luz ámbar atrapada en la vegetación olorosa …

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Exilio de ángeles I

Me parece increíble haber vislumbrado la espalda de Tarcila. Ahora puedo dejarme ir en paz. Jamás mis ojos verán de nuevo tal magnificencia. Es tan perfecta la geografía de su torso desnudo, la tersura de su piel aduraznada, la intensidad de sus omoplatos, el arco de su cuello, sus cabellos color miel olorosos a lavanda. Quiero imaginar también las columnas …

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Cementerio pere lachaise

Duerme aquí, silencios e ignorado, el que en vida vivió mil y una muertes. Xavier Villaurrutia Para Angélica Carmona   E  scucha, recorres la necrópolis, el magno recinto de arquitectura neoclásica. Monumento decimonónico.  Urbe impenetrable, laberíntica, ordenada dentro del caos. Caminas lentamente, tropezando con volutas de niebla, acarreando un sudario de bostezos. En vigilia, con un frio inmisericorde que te …

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Bajo la clara apariencia del olvido

  Porque a mí, a la lejana, no la quieren. Julio Cortázar Jamás se le ocurrió buscar entre las fotografías de la familia. Nunca recordó las imágenes sepias mordidas por la soledad y olvidadas entre el mobiliario de la buhardilla. Entretenida en su reciente descubrimiento, Alina sepultó sus dudas. Había dejado de pensar en la otra, en esa mujer tan …

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Alcobas donde duermen los sueños

Te ven mis ojos cerrados  entrar en mi alcoba oscura.                                     Xavier Villaurrutia Desde hace veinticuatro meses exactamente, soy dueño absoluto de mi recámara. ¡Por fin, mi anhelada zona sagrada! En el centro de la habitación se enseñorea mi cama queen size,  vestida con sábanas azules de algodón y cinco  almohadones con fundas de la misma tonalidad; un …

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Agonia puesta en escena

  F  abricio lanzó un alarido fuera de todos los cánones de la liturgia del dolor. La sangre comenzó a fluir de los lagrimales y de las narinas por la presión, primero en diminutas gotas, y después en filamentos más espesos. Estaba siendo desollado vivo. El olor a carne cruda era insoportable, penetrante  fuertemente morbosa, un tufo imposible de perdonar. …

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Cosa de mujeres X

El silencio rompió el cuerpo de Felicia en mil fragmentos, una pedacería de espejos que reflejaban varias figuras evisceradas. Como siempre llegó vestida de negro y acariciando el lomo afelpado de su gato favorito: Éufrates, un siamés espléndido, cenizo, de pupilas centellantes. Bebió su Martini seco sin aceituna y se enfrascó en la discusión de siempre sobre la filosofía socrática, …

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Cosa de mujeres IX

  C  uando todos se acostaban a dormir, Adelina  despertaba de su sueño plácido. Instintivamente se acariciaba los pechos pequeños, casi de adolescente. Con los párpados fruncidos bostezaba varias veces. A ciegas avanzaba en el laberinto de  su despertar placentero. Cuando llegaba al baño, giraba la perilla, empujaba la puerta y sin tropezar se metía debajo de la regadera, un …

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Cosa de mujeres VIII

    Todas queremos ser Salma Hayek Para Salma, por supuesto    T e lo juro manita chula. Yo conocí a Salmita en la escuela. No te rías zonza. En buen plan. Estudiamos juntas la primaria. También traté a sus primas, a sus tíos y a sus papás, antes de que se divorciaran por supuesto. Con decirte que en una …

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