Adién

periodico lemondpsdVersión español

La primera vez que los habitantes de la Patria se confrontaron con el adeién, fue durante un discurso televisado del Presidente Protector Supremo:

“A partir de hoy , todos los ciudadanos del país van a decochartar la patria. Ese será el principal objetivo de cada uno de nosotros. Todos seremos decochartadores convencidos, activos, permanentes. Del amanecer a la noche, decochartaremos sin reposo…”

En ese discurso, los cronistas enumeraron setenta y ocho apariciones de “decochartar” y de palabras pertenecientes a la misma familia. Nadie sabía con precisión lo que podía significar. Los eruditos buscaron en vano en sus enormes archivos de qué raíces podía derivar, pero nadie se atrevía a interrogarse demasiado abiertamente sobre el sentido que debía darse a esta nueva directiva. La Policía Política, omnipresente, podía golpear en cualquier momento : Un viejo artista, habiéndose mofado en un bar “¡Pero eso no quiere decir nada!”, fue hallado ahorcado en la plaza del Palacio Presidencial, con un letrero atado al cuello : “Yo no decocharté”

Durante varias semanas, los periódicos encabezaron en primera página “¡Juntos decochartaremos la patria”, “Un decochartador fue recompensado por su acción”, “La ciudad Villabella ganó el primer lugar de decochartaje”. Desde luego, los discursos de los Ministros o de los alcaldes municipales, retomaban abundantemente el eslogan y algunas personas de aspecto inquietante, interrogaban a los transeúntes : “¿Decochartó  usted suficientemente el día de hoy?”, a lo que más valía responder con convicción : Sí ¡claro! muchísimo, y mañana decochartaré aún más.

Al poco tiempo, apareció la palabra cotrí. Desplegados publicitarios, distribuidos por el gobierno, cuestionaban: “¿Es Usted cotrí?” o bien proclamaban : “¡Sea Usted cotrí!”. Dulces voces femeninas interrumpían los programas de radio para susurrar con un fondo de música dulzona “Papá es cotrí, Mamá es cotrí  y todos los hijos son auténticos cotrís”. Y cuando un ciudadano se cruzaba con otro, se volvió habitual que intercambiaran entre sí un “¿Cotrí? – ¡si claro! ¿y usted cotrí? – ¡por supuesto!”

Desde luego, todos los ciudadanos cotrís decochartaban incesantemente.

Después, llegaron juntas dos expresiones: La donémia laugabe ( los decochartadores no temen a la donémia laugabe ” ; “Cuando se es cotrí, se  enfrenta la donémia laugabe ” y el sorellón parome (“Cada vez se encuentra más sorellón parome.” ; “Se han movilizado todas nuestras fuerzas contra el sorellón parome”). Ambas expresiones producían una gran inquietud, tanto más perniciosa al no poder identificar su significado.

Algunos trataron de hablar de donémia parome o de sorellón laugabe, pero esos neologismos no fueron autorizados.

Y a pesar de la donémia laugabe y el sorellón parome, los ciudadanos siempre más
cotrís, no dejaban de decochartar.

La prensa extranjera – en primer lugar la de los países francófonos- recuperó rápidamente el fenómeno. Un editorialista de “Le Monde” de París, tituló su texto: “Una lengua vacía”. Es él quien bautizó esta  forma de hablar como adeién del griego- adeios-vacío-.

Un profesor de la Sorbona, explicó en otra columna: “Después de múltiples represiones materiales, nuestros vecinos son víctimas de una agresión sin precedente: Poco a poco, se les priva de un lenguaje que tenga un sentido; se les obliga a alinear palabras, incluso frases compuestas por palabras que no tienen ningún sentido para ellos.

Hablar sin decir nada, obstruye poco a poco la facultad de razonar ; ante una pregunta sin contenido, dar en automático una respuesta también vacía, es perder el sentido, es asistir a la desaparición paulatina de la propia capacidad de análisis y de crítica.

El Presidente Protector Supremo- como se atreve a llamarse a sí mismo- se construye un pueblo servil, ciego, sumiso. Pronto podrá sin ningún riesgo, reducir el número de efectivos de su policía política. Nadie elevará una opinión contraria a su dictadura”.

En pocos meses el adeién se enriquece con decenas y luego centenas de palabras. Algunas adquieren un sentido imprevisto: Al  forzar a las gentes a saludarse con “Qué trobande? – ¡caratonde!”, rápidamente asociaron trobande con  “salud” y caratonde con “muy buena”. Esas palabras fueron rápidamente retiradas, prácticamente prohibidas – la gente dejó de saludarse.

La utilización del nuevo vocabulario, cubrió el 80 % de los textos de los noticieros, tanto en papel como en radio y televisión ( aunque solo abarcó el 40% de las noticias deportivas). La prensa y las películas extranjeras, habían sido prohibidas. Unicamente los artículos de engrandecimiento del Presidente Protector Supremo conservaron una apariencia de sentido: “Nuestro bien amado Presidente Protector Supremo, quien es el más cotrí de la Nación, es nuestro padre bien amado, bien amado, bien amado. Nosotros lo admiramos porque es cotrí, lo admiramos porque decocharta sin cesar, lo amamos porque lo admiramos, lo respetamos porque es nuestro Protector Supremo, lo admiramos porque es gorochal, lo respetamos porque es gorochal, lo amamos , amamos, amamos, porque Él es gorochal…”

Esos mensajes eran difundidos de manera continua en el metro de la capital y en todos los transportes públicos.

Se había constatado un descenso drástico de ventas de periódicos. En cuanto a los libros, (Solo nacionales desde luego), estos desaparecieron completamente después del fracaso de venta en librerías de “El nemode carule, un estrogoide hapergoloso”.

En las tiendas, las gentes pedían señalando con el dedo “Pan”, “jabón”, “camisa”, veían (o no) el total que marcaba la caja, insertaban su tarjeta de pago y salían sin decir una palabra.

La Universidad se vacíó muy rápido, formando esencialmente profesores de Lengua Nacional, encargados de traducir los antiguos libros al nuevo lenguaje.
Un estudio conducido por economistas extranjeros – A pesar de la extrema dificultad para acceder a las informaciones – concluyó que el Presidente Protector Supremo, era dueño del 97% del país y que a pesar de un descenso de 80% en el nivel de vida, ningún movimiento opositor se había manifestado.

Después de leer los resultados de este estudio, el Presidente Protector Supremo, satisfecho, se retiró con su familia a su residencia ultra secreta.

Luego de corregir la tarea de griego de su hijo más pequeño, ( el mayor terminaba una tesis de filosofía en Alemania), mientras su esposa leía el artículo de economía política que su hija debía presentar (bajo un seudónimo) a una revista de Boston, todos se instalaron para ver “Grandeza y decadencia de la ciudad de Mahagonny” de Berthold Brecht, y después “Erwartung” de Arnold Schönberg.

Acerca de Bernard Prum

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